La verdad es que te tiene que gustar mucho para pasar uno y otro día en moto a más de cuarenta grados, con callos en las manos, pies cansados de llevar botas en modo invierno total, cazadores por transpirable y chaleco con agua que lleves etc, ¿y no iríais mejor en coche? me decía una vez una compañera, uhmmmm NO!!!!!, y a la vez que lo dices sabes que no tiene sentido , pero es así.
Hoy no hemos dejado nada en pendientes, uno a uno hemos ido tachando los putos que Sergio ha marcado en el dosier.
Empezábamos con el Santuario de la Madonna de La Corona, espectacular el sitio, la caminata de 10 minutos para ir y otros tantos para volver matadora y es que de ahí que no haya acabado destruída, a ver quién tiene narices de ir hasta allí, encaramada en la montaña y con un precipicio de la leche.
Aún así es imprescindible, me recuerda al estar encaramado al Monasterio de San Juan De la Peña.
Como no, bebemos agua, y seguimos bebiendo, nos van a salir branquias. De ahí a Mantova, en modo Italia, donde las iglesias, catedrales y demás edificios oficiales parecen no tener nunca las dimensiones normales, aquellas a las que estamos acostumbrados, y es que los criterios de normalidad como en todo van en función de lo que más se repite, y si no, ya no eres normal y hay que poner etiqueta, pues a todos estos la etiqueta sería de GRANDIOSO, monumental. Y eso sí, vaya lío de estilos, lo románico se llega a mezclar con lo ya casi renacentista, ladrillo, mármol (como no, ideal), y piedra, conforme han pasado los años el que llegaba dejó su huella, nos hemos quedado con las ganas de ver la Basílica de San Andrés que es espectacular por dentro pero cerraba a las doce y no abría hasta las tres y hemos llegado a la una.
Aquí hemos comprado unas pavías(nectarinas) y esa ha sido nuestra comida, a la sombra de un árbol que daba a la carretera porque en frente teníamos un rio y unas explanadas ideales pero para acceder debíamos andar un poco y no nos apetecía, eso y que me han hecho rozadura las botas nuevas y me van a matar y eso que ni se ve la rozadura, en el dedo meñique que ya ves, sin embargo me duele mogollón. Las pavías por cierto, espectaculares y los dos litros de agua también.
Con algún descansillo entre medias para estirar piernas llegábamos ya cansados a Ferrara, que pena que la catedral estuviera en reformas su fachada porque es espectacular, imponente, el castillo de los Este, el palacio Ducal... muy grandiosos, Nosotros ya cansados, pero solo faltaba Padova, y seguro que mañana que pasaremos el día sin moto por Venecia para recordar muuuuchas cosas, echamos de menos las motos. Pero eso ya será mañana y ahora toca descansar.
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