domingo, 16 de julio de 2017

16/07/2017 Acantilados de Moher


Venga ya sé que el título lo ha monopolizado una sola cosa per...lo merece. 
Esta era una de esas visitas que queríamos hacerla tranquilos, caminando, sin prisas, nuestra amiga Sandra, insistía en estos acantilados, y la verdad, no defraudan, por eso hemos ido acumulando en la zona los cientos de consejos de los amigos, por supuesto, hacer la visita y para ello, guiados PR la dueña del B&B , que por cierto es una cosa preciosa y la habitación, bueno habitaciones porque tiene dos y un súper baño, nos ha aconsejado... Ahora no vayáis, veníamos ya comidos dispuestos a salir cambiados para ir cómodos hacia allí, pero ella ha insistido, ahora hay muuuucha gente, no los disfrutareis, esperas hasta las siete en adelante, primero ir a cenar al MacGanns, no al O'Connors, ese es para turistas, ahí hemos dudado porque era el que nos habían recomendado pero viendo la gente y sabiendo que los dos nos gustarían le hemos hecho caso, espectacular. El sitio, súper pintoresco y auténtico y la cena fabulosa. Bueno a punto para los acantilados.
Claro pero no os he dicho que la mañana empezó en unas cuevas, que después de ver que eran 12 euros cada entrada y todo para poca cueva y eso sí, exhibición de aves etc, que la primera vez que las ves, te gusta pero luego son todas iguales y no estamos para sacar la tarjeta por sacar, claro que viajar un mes entero, tiene que tener algún no, o que tengas mucha, mucha pasta, y no es cuestión, así que fuera Cuevas y nos vamos al neolitico. Sí, tocaba un dolmen, bien señalizado, en esa montaña que tanto nos llamaba la atención, por su tono lila desde abajo, y es que es toda de piedras, pero unas piedras planas muy curiosas, que hacen como un gran mar de tonos lilas, y allí, sin pagar entrada, estaba él, el dolmen. Bueno, es curioso, vino aguanta ahí, góticos y seguimos, a todo esto preocupados por la gasolina, que casi casi no llegamos a una después de una, dos y tres, cerradas o en desmanteladas. Y como no, ya le habíamos tenido que echar una vez liquidó a mi moto y aún le echaríamos una segunda vez, y es que ahora cada 40 km...zas! A desmontar y rellenar. Mañana, cambio de planes, de momento adiós bici y a llegar a Cort, al taller,mcruzaremis los dedos.
Bueno y después de todo ya habíamos llegado a la casa, descansado, cenado a la hora de los locales y estábamos en los acantilados. No eres consciente de la altura de los mismos hasta que no intentas aproximarte saltándote el camino oficial, que por otro lado, todo el mundo se lo salta. Madre mía, increíble, ves a la gente diminuta y a veces no puedes alcanzar con la vista toda la altura del acantilado porque sin paredes totalmente verticales, bestiales. Un montón de momentos de guardar en el bolsillo para que cuando llegue septiembre y me agobie, haga una pausa y me remonte aquí. 
Y lo mejor ha sido cuando después de recorrerlos casi hasta el final, volvíamos viendo bajar el sol hacia el mar mientras iba cambiando la luz por el anaranjado del sol en las paredes de los acantilados, ese sol que hace unos minutos no permitía mirarlo, ahora se hacía grande, mientras caía dejándose ver de un naranja cada vez más intenso.
Corre Belén, el dolor lo veremos esconderse mejor... Y casi sin darnos cuenta estábamos en uno de esos passing place, frente a lo que queda de un castillo, seguido al fondo de las islas Arán y el sol dejándose caer hacia ellas, espectacular, recomendación de Xavi, y no se equivocó , una puesta de sol, brutal, y soy muy afortunada, en la mejor compañía, así que no esperare a no tener la puesta de sol para añorarla si no que la disfrute a tope, y es que no hay que perder las cosas para valorarlas ni centrar nuestras fuerzas en lo negativo, a la 💩'con los corta rollos( si lo lees, sí, va por ti ja ja).
Un día perfecto, y mañana, ya veremos, lo que vaya marcando los acontecimientos, la aventura es la aventura.

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